El 4 de junio de 2008, nuestra Asociación Gremial se adelantó a los tiempos actuales al poner en la palestra, en conjunto con la Asociación de Canalistas del Laja, Essbio y la UdeC, un tema que, a esa altura, parecía de por sí anticipado. A cargo de la relatora y doctora Alejandra Sther Gesche (doctora en Ciencias Ambientales con mención en Sistemas Acuáticos Continentales, Centro EULA de la UdeC), desarrollamos la clase magistral “Impacto de la crisis hídrica en Biobío”, en el marco del programa de celebración del Día del Comercio.
Parecía descontextualizado hablar de ello en una provincia tan fértil como la nuestra, abordando una temática que pudiera ir más allá de la estricta actividad comercial, si se quiere. Sin embargo, algo ocurrió que cautivó a la audiencia. Como si de una función de teatro se tratara, estuvimos a tablero vuelto. Nuestro salón auditorio lleno, de lado a lado, dio cuenta del interés de las personas y de que la elección del tema había sido perfecta. Al fin y al cabo, dependemos del agua y ya se escuchaban voces que alertaban sobre su déficit. Ahora, la pregunta es cuánta agua ha corrido bajo el puente desde esa fecha hasta el día de hoy.
La respuesta es clara. Ha corrido poca agua, muy poca. Tan poca agua ha corrido que hoy nuestro país está a poco de cambiar la tipificación de su clima, pues la desertificación ha avanzado de tal modo que ninguna región desde el norte del país y hasta pasado Santiago es la misma que hace un par de décadas. Sin ir más lejos, de seguro cada uno de nosotros recuerda los largos y lluviosos inviernos en Los Ángeles. Hasta acuñamos un dicho popular que reza “abril lluvias mil”. Sin embargo, esa ya no es una verdad empírica. Recién acabamos de pasar un abril con poco o nada de lluvia y uno de los meses de julio más secos de los que se tenga registro. Con suerte abrimos el paraguas una sola vez. Para peor, temperaturas en extremo elevadas para la época cooperaron en oscurecer el panorama de nuestro país en este aspecto. Así las cosas, y sin suficiente nieve para abundantes deshielos, estamos viviendo un eterno veranito de San Juan.
El tema causa preocupación en nuestro gremio, el cual ha venido trabajando desde hace bastantes años con la Asociación de Canalistas del Laja y otros gremios productivos, como Socabio y Fenare, con los cuales se conformó el 2014 el Comité Agua para el Laja, el que lideró un importante Protocolo de Acuerdo para la Recuperación y Uso Eficiente del Sistema Laja, firmado un 27 de noviembre de 2014.
Es de la mayor importancia recordar –hoy cuando el cambio climático nos azota y amenaza con cambiar cuando menos la fisonomía de nuestro territorio– que dicho protocolo fue suscrito por el entonces ministro de Agricultura y el intendente de la época, así como los subsecretarios de Obras Públicas y Energía, la Asociación de Canalistas del Laja, la Junta de Vigilancia del río Diguillín, la Asociación de Canalistas del Canal Zañartu, Endesa, el director de Obras Hidráulicas y nuestra Asociación Gremial. También está plasmada la firma de su secretario ejecutivo, Boris Solar Ravanal, sobre cuyos hombros repercutió en gran medida el peso de las negociaciones y acercamiento entre las partes.
Los compromisos fueron acotados, pero muy claros y significativos. Primero, los firmantes se comprometieron a realizar las acciones necesarias conducentes a un uso eficiente del Sistema Laja con equidad y sustentabilidad ambiental e hídrica, y considerando a todos los usuarios presentes en la cuenca. Segundo, los declarantes reconocieron su interés en la recuperación del lago Laja como fuente ancestral y reserva de agua para Chile; y, tercero, el Estado se comprometió a avanzar en los proyectos de riego asociado al Sistema Laja, particularmente en los estudios definitivos y obras del embalse Zapallar y el sistema de riego del canal Laja Diguillín, entre otros.
Sobre el grado de avance de ellos, podemos decir que la primera meta de corto plazo se logró a través de un acuerdo entre DOH, ENEL y regantes que, ese mismo año (2014), permitió contar con agua para salvar la temporada. La de mediano plazo se circunscribe al año 2017, con la firma de un acuerdo entre DOH y ENEL, enfocado en una nueva forma de administrar las aguas del lago Laja, asegurando agua para los regantes y otros usuarios. En tanto, referente a la meta de largo plazo definida en la oportunidad, resta decir que se está trabajando fuertemente en la conformación de una Junta de Vigilancia del Laja, objetivo de gran alcance y que impactaría directa y positivamente en toda la comunidad. Hacia allá debe ir dirigida toda nuestra energía y esfuerzos. Nuestro país y nuestra provincia lo demandan en medio de un grave panorama de escasez hídrica que aboga por acciones que permitan revertirla. De lo contrario, en poco tiempo más lo lamentaremos. Y ese es el punto: No queda tiempo para lamentarse. En cuanto del recurso agua se trate, estamos con el reloj en contra.
Protocolo de acuerdo para la recuperación y uso eficiente del sistema laja
Fuente:https://diario.latribuna.cl/reader/09-08-2021-1628476313?location=2
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