Con muchos menos granos y fertilizantes ucranianos y rusos entrando en los mercados globales, los expertos temen que este año llegue un período sombrío de escasez y precios más altos de alimentos.
La invasión rusa de Ucrania podría implicar menos pan en las mesas de las familias en Palestina, Líbano, Yemen y en otras partes del mundo árabe, donde millones de personas se encuentran ya en situaciones extremas. La región depende en gran medida del trigo de Rusia y de Ucrania y cualquier escasez de alimentos básicos tiene el potencial de provocar disturbios.
Jonathan Clibborn en este momento debería estar aplicando nitrógeno en sus campos de trigo, estar recibiendo la entrega de semillas de maíz y girasol y preparándose para comenzar a plantar mañana, 1° de abril. Además, debería estar disfrutando de la primavera en su granja cerca de Leópolis (Lviv) en el oeste de Ucrania con su esposa ucraniana, sus tres hijos y su perro.
En cambio, Clibborn, un inmigrante irlandés, está haciendo lo mismo que casi todos los demás agricultores ucranianos por estos días: manteniéndose en contacto con sus familiares que habitan en las zonas de guerra, protegiendo a las familias que huyen de las bombas y luchando para mantener su granja a flote.
Si no tienen éxito, advierten los expertos, no solo muchos ucranianos pasarán hambre, sino que también lo harán cientos de millones en todo el mundo, lo que puede desencadenar la mayor crisis alimentaria desde la Segunda Guerra Mundial.
Invasión rusa a Ucrania: la producción mundial de trigo en riesgo
Ucrania y Rusia juntas producen casi el 30% del trigo comercializado en el mundo y aportan el 12% de las calorías que genera la industria alimenticia en el planeta anualmente. Sin estos dos países, el aumento de los precios de los alimentos y la escasez de los mismos podrían desencadenar una ola de inestabilidad que el mundo no ha visto desde la Primavera Árabe de 2012.
La guerra casi ha cerrado las exportaciones de granos de ambos países. Y dado que las dos naciones (junto con el aliado sancionado de Rusia, Bielorrusia) también suministran grandes cantidades de fertilizantes, la invasión de Ucrania por parte de Vladimir Putin podría afectar a todos los agricultores del mundo este año y en el futuro cercano.
Aun así, Clibborn se considera afortunado. Se mudó a Ucrania hace 15 años con tan solo la camisa que tenía puesta y ahora cultiva 3.000 hectáreas en la región relativamente ilesa al oeste de Leópolis, cerca de la frontera polaca.
“Algunas personas no pueden fertilizar su cosecha porque los rusos están disparando contra todo lo que se mueve”, confirma un Clibborn con un cansado acento irlandés. “Hay informes que dicen que minaron los campos, los caminos a los campos, sin mencionar los varios explosivos sin estallar y los cadáveres. Creo que la producción [del trigo] estará por el piso, tal vez un tercio o un cuarto del rendimiento normal”.
Con el conflicto prolongándose y con el inicio de la temporada de siembra a sólo un día de distancia, el tictac de la bomba de tiempo agrícola suena cada vez más fuerte. Unos 26 países de todo el mundo obtienen más de la mitad de su trigo de Rusia y Ucrania, dice Arif Husain, economista jefe del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“Si esta guerra no se resuelve en las próximas semanas, las cosas empeorarán aún más”, afirma Husain. “Eso significa que Ucrania no podrá plantar maíz. El trigo de invierno no será fertilizado y la cosecha se reducirá drásticamente. Eso es un peligro real. Es un país de 40 millones de personas, pero producen alimentos para 400 millones. Esa es la realidad de un mundo globalizado. Estamos todos juntos en esto”.
Ucrania: un granero cerrado bajo llave
Durante la última década, Ucrania, conocida hace mucho tiempo como el granero de Europa, se ha convertido en una potencia agrícola para gran parte del mundo en desarrollo. Mejores semillas, nuevos equipos y mejor agronomía, combinados con una inversión masiva (por parte de compañías como Cargill, Bunge y Glencore) en infraestructura de manipulación de granos y plantas de trituración de semillas oleaginosas en los puertos del Mar Negro, han más que duplicado las exportaciones de Ucrania desde 2012.
Ucrania se encuentra ahora entre los cinco principales exportadores de varios granos y semillas oleaginosas importantes, que van desde el 10% de las exportaciones mundiales de trigo hasta casi la mitad del aceite de girasol.
A medida que avanza la guerra, Rusia está bloqueando los puertos y destruyendo las ciudades portuarias; un misil ruso golpeó un barco fletado por Cargill en la primera semana de la invasión. Al mismo tiempo, las exportaciones rusas se ven obstaculizadas por las restricciones bancarias y las astronómicas primas de seguro en tiempos de guerra para los buques de granos.
Como resultado, los precios del trigo, el maíz y la soja ya se están disparando más arriba que en las últimas crisis mundiales de precios de alimentos de 2012 y 2008, con el trigo saltando un 60% desde principios de febrero.
Las crisis anteriores provocaron disturbios internacionales por alimentos, derrocaron gobiernos en Madagascar y Haití, y encendieron los levantamientos de la Primavera Árabe en el Medio Oriente. El mundo es aún más volátil hoy en día, alerta Husain, cuya agencia el año pasado alimentó a 128 millones de personas, la mayor cantidad en sus 60 años de historia.
“En 2008 no tuvimos al COVID”, dice. “No tuvimos guerra en Yemen o Siria o en Etiopía o el noreste de Nigeria. Debido al COVID, los gobiernos están agotados; los niveles de deuda son más altos que nunca en muchos países pobres. La inflación está a niveles récord. Incluso antes de que Ucrania fuera invadida, los precios de los alimentos estaban en sus máximos de 10 años y los precios del combustible estaban en sus máximos de siete años. Si a esto le sumas la pérdida de empleos y la pérdida de ingresos combinados con los precios altos, la gente está siendo acorralada por ambos lados. Esta crisis no podría haber llegado en peor momento”.
El PMA planea alimentar a un récord de 140 millones de personas este año, incluidos más de tres millones de ucranianos desplazados, así como a otros 44 millones en 28 países que se tambalean al borde de la hambruna. Muchas de esas naciones dependen de las importaciones de granos de Ucrania. Estas incluyen Yemen, Afganistán, Siria, Etiopía y casi una docena de otros países de Medio Oriente y África.
Para empeorar las cosas, los costos del PMA se dispararon después de la invasión, aumentando en 71 millones de dólares por mes y creando un déficit de 10 mil millones de dólares para el próximo año. Esto los ha obligado a comenzar a racionar los suministros de alimentos para las personas que más lo necesitan.
Una amenaza mayor: la crisis de los fertilizantes
Actualmente, unas 13,5 millones de toneladas de trigo y 16 millones de toneladas de maíz de la cosecha del año pasado de Ucrania y Rusia están atascadas debido a la guerra y las sanciones. Parte de ese déficit podría compensarse con mayores exportaciones de Australia o India, que obtuvieron excelentes cosechas de trigo el año pasado. Pero es el destino de la cosecha de Ucrania de este año lo que preocupa a los economistas.
Fuente:https://www.nationalgeographicla.com/medio-ambiente/2022/03/la-guerra-en-ucrania-podria-provocar-una-escasez-mundial-de-alimentos
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